Hace unos días me compré un paquete de caramelos. No sé, los vi ahí y me dio antojo, ¡qué decirte! Llegué a casa y, después de comer, me senté en mi silla mecedora, tomé el paquete y me puse a comer un par. Esta bolsa venía con los típicos sabores: manzana, ananá, frutilla (fresa para otros) y limón.
Quiero saber más: Lecciones de vida de los caramelos de limónEstaba distraída, tomé un caramelo sin mirar, me lo llevé a la boca y, ¡zas!, me tocó uno de limón. La verdad, nunca me gustaron. Si bien se dejan comer (algunos), puedo decir sin temor a equivocarme que son mi última opción en el “caramestil”.
En ese momento me surgió una incógnita: ¿por qué fabricarán caramelos de limón si son asquerosos y a nadie le gustan? Es como cuando abrís una caja de bombones y compartís con la gente que tenés cerca; siempre hay uno que queda como última opción, ahí, descartado por todos.
Sin embargo, si algo aprendí en mis años de marketinera, es que nada de esto ocurre porque sí. Si hay alguien que se obsesiona con optimizar costos y procesos, son los empresarios. Entonces, si siguen fabricando caramelos de limón, tiene que haber una explicación.
Así que agarré mi teléfono e hice una encuesta en redes sociales, preguntándole a la gente si les gustaban los caramelos de limón. Los resultados me sorprendieron.
¡A la mitad de la gente le gustan! WHAT?! Y esta revelación me llevó a reflexionar sobre un par de cosas que quizás tengan sentido para vos (o no), pero igual te las comparto. A ver, ya llegaste hasta acá…
No des por sentado algo
En mi carácter de hija única, que todo gira en torno a mi persona, asumí que si a mí no me gustaban los caramelos de limón, al resto del mundo tampoco. Sí, podía haber algún psicópata suelto al que le gustaran, pero era poco probable, ¿no?
Sin embargo, antes de darlo por hecho, la curiosidad me llevó a comprobarlo. ¡Y vaya sorpresa me llevé!
Cuestionar constantemente, ir más allá de lo que vemos, intentar ver las cosas desde otro ángulo y, ¿por qué no?, ponerse en los zapatos del otro, no solo nos abre el panorama, sino que nos da más herramientas para resolver situaciones difíciles. No, no estoy diciendo que los caramelos de limón sean un problema complicado (o sí, no sé, lo dejo a tu criterio).
No te quedes con el clickbait, no te quedes con la idea de que todo está absolutamente mal. Antes de tomar algo como verdad, cuestionatelo.
El equilibrio de las cosas
Vivimos en un momento en el que todo parece querer masificarse: todos tenemos que pensar igual, gustarnos las mismas cosas. Es irónico, ¿no? Por un lado, nos moldean para tener los mismos criterios, pero por otro, nos dicen que somos únicos.
Aunque no lo creas, a no todo el mundo le interesa ser millonario. A no todos les interesa estar en altos cargos, ni tener su propio emprendimiento. Es decir, hay gente a la que sí le gustan los caramelos de limón.
Lo que quiero decir es que en la diversidad está el equilibrio. Sé que parece obvio, pero a veces las obviedades se nos olvidan porque las damos por sentadas.
Lo maravilloso de que seamos diferentes es que a todos nos mueven cosas distintas y eso aporta diversidad. Jamás se me ocurriría ser médica, pero hay gente a la que le apasiona. Como también hay quienes no se llevan tan bien con la tecnología, mientras que a mí me encanta perderme en apps.
Si a mí no me apasionan los caramelos de limón, quizás los pueda intercambiar con alguien a quien no le gusten los de menta. Nos beneficiamos ambos y, al final, hay caramelos para todos. Equilibrio.
La vida te da limones, hacelos caramelos
El primer caramelo de limón que me comí no fue lo mejor. Ni te cuento el segundo. Por alguna razón seguí sacando caramelos sin mirar y me tocaron no sé cuántos seguidos de limón. ¡Puajjj! 🤮 Pero te voy a decir algo: el de ananá (mi preferido) que vino después de esa racha limonera, supo a gloria.
Si todos los caramelos en la bolsa fueran de ananá, llegaría un punto en que honestamente me daría igual. Ahora aprendí a pensar en los caramelos de limón como ese puntito ácido que me permite apreciar lo dulce.
¿Es esto una metáfora cursi de que en las cosas malas podemos apreciar las buenas? Sí, pero con caramelos.
La próxima vez que comas algo surtido, sea caramelos, bombones o galletitas, pensá que en la diversidad está el equilibrio, y que apreciar lo que realmente nos endulza es lo que hace todo más interesante.
¿Cuál es tu caramelo de limón?